martes, 19 de enero de 2010

EJEMPLARIDAD MORAL: TODO A CIEN (Todo a 0,60 €)

(Foto de la izquierda: Palestina; foto de la derecha: Haití)
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Hace unos días, un suceso geológico de grandes magnitudes, no sólo sacudió la tierra donde se manifestó, sino que sacudió, igualmente, los corazones de todos nosotros por la terrible devastación que provocó en el país más pobre del continente americano: Haití.

Tras conocer el alcance de tan tremendo suceso a través de los medios de comunicación, la voz popular e internacional se alzó, espoleando a todo el mundo para que ofreciera la suficiente ayuda humanitaria que pudiera solventar, en cierta medida, el trágico acontecimiento que la población de Haití había experimentado en sus propias carnes, - y nunca mejor dicho.

Tal respuesta al llamamiento internacional no se hizo esperar. Fueron millones las personas que, de alguna manera u otra, han intentado aportar algo, por muy poco que fuese, para que, humanamente, aquella gente pueda salir de los tremendos estragos que el seísmo había provocado en el conjunto de la población. Es decir. Toda persona con una mínima pizca de amor humano, sintió en su día – y la siente – ese sentimiento innato – (fitri, bajo el concepto islámico) – de aportar algo, cualquier cosa. Y, como no era de esperar, los gobiernos internacionales, – aquellos que nos representan para lo que quieren –, comenzaron a sacar sus bazas para ofrecer toda la ayuda posible, a un pueblo que, si ya vivía en la miseria, hoy día, se ha devenido en la miseria personificada.

Sin embargo – y volviendo a este lado del gran charco – no hace mucho, nos sorprendía igualmente la decisión del ayuntamiento de una población catalana – Vic –, que, por orden consistorial, decidió tomar la iniciativa legal de no empadronar a todos aquellas personas ilegales o, más conocidas por sin papeles, que residen en la citada localidad catalana.

La verdad, es que Alá – alabado y ensalzado sea – nos muestra a nosotros, de manera individual y colectiva, a través de sucesos como estos, el trasfondo de nuestros actos y, consecuentemente, la moral de los mismos. Pues, la moral, no es más que el sentido ético que determina todas nuestras palabras, acciones o sentimientos. Y, al habernos dispuesto Alá en un cuerpo que manifiesta exteriormente aquello que sentimos y pensamos en nuestro fuero más interno, Éste nos pone a prueba con sucesos de esta índole, para probarnos primero, y segundo, para que quienes nos rodean sepan a ciencia cierta de qué pasta estamos hechos.

Tras el suceso de Haití, toda la sociedad española (instituciones públicas, políticos, medios de comunicación, entidades humanitarias, etc.) se volcó para atender en la medida de sus posibilidades las necesidades básicas del pueblo haitiano y, para ello, comenzaron una campaña de colaboración ciudadana para que todo el mundo participara con su solidaridad, aportando un pequeño aporte económico.

Pero, sin duda, lo que ha demostrado este suceso ocurrido en Haití, es que únicamente actuamos de una manera moralmente correcta con pueblos que están en la más profunda miseria, cuando acontecen sucesos tan desastrosos como el que ha vivido Haití hace unos días. ¿Por qué? Pues simplemente por dos razones principales:
- La primera: porque no podemos quedar mal ante los demás y, dejar, que la miseria de unos nos coma a nosotros por nuestra inacción.
- La segunda: por la mínima brizna de humanidad que aún queda en nosotros, nos mueva a ayudar a nuestro congénere humano sumido en la más profunda de las miserias.

Pero la pregunta que debemos hacernos es la siguiente. ¿Es que acaso hemos olvidado que más de la mitad de los habitantes de este mundo viven inmersos en una “catástrofe” económica, social, política y humana, desde hace décadas y que viven por debajo del umbral de la pobreza? Somos tan miserables – y aquí hablo como europeo de pura cepa – que únicamente actuamos como gobiernos ante catástrofes humanas de estas dimensiones, para “demostrar” a los demás que siempre estamos ahí, ofreciendo nuestra ayuda a los más necesitados. Pero hoy, esa ayuda, aunque alivie materialmente el sufrimiento de millones de personas, no aliviará el sufrimiento moral que ya padecen desde hace mucho tiempo atrás. Pues Haití, ya vivía en la miseria antes de devenir miseria en sí misma.



Con este suceso, hemos vivido y revivido exactamente lo mismo que ocurrió hace poco más de un año con la invasión ilegal de Israel en Gaza. Cuando la invasión ilegal comenzó, toda la comunidad internacional – movida en su mayoría por las causas anteriormente citadas – se levantó en contra de la masacre indiscriminada del estado cancerígeno de Israel. Sin embargo, antes de la guerra, ya había una invasión, ocupación, masacre, quebrantamiento de la ley internacional e incumplimiento de las resoluciones de la ONU por parte de Israel. Es decir, Palestina ya estaba sufriendo antes de la invasión a Gaza y, hoy por desgracia, sigue sufriendo la inquisidora y nacista política del estado de Israel sobre un pueblo inocente. ¿Quién se acuerda hoy de Gaza? Tal vez, e irónicamente, lo mejor sería para el pueblo palestino, es que Israel volviera a atacar otro parte de lo poco que queda hoy del estado Palestino – si es que se le puede llamar algo –, para que así, la comunidad internacional levantara su voz contra una manifiesta y continua injusticia, y la impunidad de un estado criminal.

Espero, que no salga de la boca de ninguno de los políticos de cierta población catalana de cuyo nombre no quiero acordarme, un llamamiento en ayuda del pueblo haitiano. Pues, aunque sería políticamente correcto, no lo sería moralmente. Pero, por desgracia, son la inmensa mayoría de los políticos de “élite” quienes han surcado un abismo entre la política y la moral. Pues, no se puede pedir ayuda para unos seres humanos en necesidad, desatendiendo la necesidad de aquellos que viven en tu propia tierra.

Sin duda, estos hechos “ejemplarizantes” de moralidad, son los que rebajan todavía más, los mínimos niveles morales con los que países “desarrollados” gobiernan y dominan el mundo; niveles que subsisten por intereses y no por ideales. Por desgracia, en muchas ocasiones, sólo se actúa cuando ya es tarde para responder. Esperemos que haya gente que sepa prevenirse y curarse en salud, antes de que tengan que operarle estando muerto.


¡VA POR TI, PALESTINA!

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