martes, 13 de octubre de 2009

EL TRIBUNAL (ISLÁMICO) DE LAS AGUAS

Por Vicente Mansur Mota
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El pasado día 30 de septiembre, la Unesco reunida para la ocasión en Abu Dhabi (país de los Emiratos Árabes) y entre 111 candidaturas, declaraba “El tribunal de las aguas” de la ciudad de Valencia, patrimonio de la humanidad, por su condición milenaria y por tratarse de una de las tradiciones culturales más arraigadas a la sociedad. La comisión de la Unesco para esta declaración seguía diciendo: “el tribunal de las aguas, es el único testimonio de una tradición cultural viva: la de la justicia y el gobierno democrático y autogestionario de las aguas por parte de los campesinos andalusíes en las huertas”.

Tras la declaración, instituciones públicas, políticos, representantes gubernamentales y personalidades de diversos ámbitos del mundo cultural, se congratulaban por la elección de Valencia y la resolución del comité encargado de evaluar las ciudades aspirantes al título de “patrimonio de la humanidad”.
Sin embargo, de entre los máximos representantes de la sociedad valenciana, nadie hizo mención alguna al carácter islámico del tribunal de las aguas.
Para quienes no lo sepan, el tribunal de las aguas fue fundado en la Valencia de la época musulmana, por el gobierno islámico y alfaquíes especializados en el derecho del reparto del agua (musâqât), tal y como está registrado en el derecho islámico durante más de catorce siglos.
Yo, como valenciano, quisiera aprovechar la ocasión para arremeter contra quienes infunden y extienden el miedo hacía una civilización, acabando por estigmatizarla, y luego se congratulan y se enorgullecen de algo que, en su día, fue instaurado por los musulmanes.

La misma comisión encargada de emitir la resolución, expuso sobre el tribunal de las aguas: “es el único testimonio de una tradición cultural viva: la de la justicia y el gobierno democrático.”. Y la misma alcaldesa de la ciudad de Valencia, Rita Barberà - alcaldesa de Valencia -, dijo: “el tribunal de las aguas no sólo es compatible con los instrumentos internacionales de la defensa de los derechos humanos, sino que se trata del gran gestor de la historia del agua.”. Curioso. Por un lado, eminentes científicos y sabios de diversos puntos del planeta reconocen estas cualidades del tribunal de las aguas, instaurado por los musulmanes y basado en los fundamentos del derecho islámico y, a posteriori, se miente a la gente descaradamente y manipulando la realidad, para acobardarles por una religión que, según ellos, es la causa de todos los males (menos el de la gripe A). Es más. La reciente ganadora del premio Nobel de economía Elionor Ostrom, dedicó atención especial al “tribunal de las aguas”. En su libro “Governing the Commons: the evolution of institutions for collective action”, ‘Gobernando los bienes comunales: la evolución de instituciones para la acción colectiva’, afirma que el tribunal de las aguas, es una institución constituida directamente por los propios regantes y que ha demostrado ser eficaz y robusta” (artículo en EL PAÍS digital 13-10-09).

El kit de la cuestión reside, en que siempre que se trata de vapulear o malsinar al Islam, todo el mundo quiere ser el primero en lanzar la piedra. Sin embargo, cuando se trata de ser justos y reconocer la aportación de los musulmanes a la cultura y la civilización humana, nadie abre la boca, pues ello, conllevaría reconocer algún atisbo de civilización, ética, respeto y pundonor al Islam y a su civilización.


Recuerdo el día en que el expresidente del gobierno español, José María Aznar, dijo en una entrevista a un medio estadounidense: “Todavía no he escuchado de ningún musulmán pedir perdón por haber estado más de ocho siglos ocupando España”. Sin embargo, el señor Aznar se olvida que. cuando el presidente de los EE.UU., Bill Clinton, visitó España, ¿dónde le llevó Aznar para demostrar la riqueza del patrimonio español? ¿A la catedral de Santiago de Compostela? ¿Al Pilar de Zaragoza? ¿A la Sagrado Familia de Barcelona? No señores. Le llevó al monumento más representativo del patrimonio español y que estuvo a punto de contarse de entre las nuevas siete maravillas del mundo actual: la Alhambra de Granada. ¡Curioso otra vez! Un edificio que construyeron y nos dejaron aquellos invasores musulmanes, despiadados, incultos, retrógrados y salvajes.
'BENDITA SALVAJADA!
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