domingo, 25 de abril de 2010

¡VAYA TELA! (mujer española musulmana agredida por llevar el hiyab. 2006)

En el pasado artículo les citaba los paralelismos que, hasta cierto punto, veo existentes entre la comunidad islámica en Europa y los afroamericanos norteamericanos en la década de los sesenta. Uno de los fenómenos que suelen darse cuando una persona no acepta al "otro", simplemente por el hecho de ser diferente a él, es manifestar su animadversión hacia ese "otro" a través de la agresión física, o dicho de otro modo, cuando no tiene palabras ni argumentos para defender lo suyo propio ni para aceptar lo diferente, aunque sea mejor que lo que tiene. Pero, por desgracia, el ser humano suele aferrarse a lo suyo, simplemente porque es suyo o lo ha heredado. Pero cuando el "otro", a través de su identidad, se convierte en un espejo para que el otro se mire, es cuando ciertas personas prefieren romper el espejo, pues se dan cuenta que mucho de lo que afirman es sucio y rastrero. Por ello, prefieren tapar espejos y, si pueden, romperlos y hacerlos desaparecer. O incluso, decir que estos espejos están sucios, son deformes, y no muestran las cosas tal y como son.

Bueno. Este artículo que les presento ahora no es nada nuevo. Sólo he querido sacar del bául de los recuerdos un desagradable y penoso hecho que ocurrió en las islas Canarias en el año 2006; para que no olvidemos las cosas.
Una mujer española convertida al Islam, Zoraya, fue apalizada delante de su hijo, delante de un colegio, simplemente por el hecho de llevar un velo sobre la cabeza. Los detalles del lamentable suceso se lo transcribo a continuación. Pero, una cosa es perdonar, y debemos perdonar exigiendo nuestros derechos y nuestra dignidad, y otra bien distinta, olvidar.
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TRANSCRIPCIÓN DE LA NOTICIA. FUENTE "WEBISLAM"

Zoraya -nombre ficticio- tiene muchas preguntas sin respuesta y algunas imágenes grabadas a fuego en su cabeza. Lleva noches sin dormir y días enteros sin salir de su casa a excepción de las visitas a los médicos que le tratan la desviación del tabique nasal, la pérdida de visión del ojo derecho, el sangrado de uno de sus oídos, los intensos dolores de cabeza y, sobre todo, de la ansiedad y la tristeza que arrastra desde hace meses. "¿Qué hubiera pasado si la agresión hubiese sido de cuatro musulmanas a una canaria?, ¿por qué a la gente le da pena que me hayan confundido con un árabe?, ¿es que si fuese mora, como me llamaban despectivamente, me hubiese merecido la paliza que me dieron?, ¿me habrían ayudado si no hubiese llevado el hiyab (pañuelo o velo islámico)?". Zoraya no puede evitar las lágrimas mientras recuerda al hombre que desde un edificio contiguo vio cómo cuatro mujeres la pegaban y cerró la ventana, a la mujer que desde otra ventana asistía impasible a la paliza que le estaban propinando y no movía un músculo y a la persona que, tras parar los golpes, le gritó "¿te bajo un vaso de agua, mi niña?".

No obstante, entre tanta violencia, ignorancia y racismo, un hombre de unos 50 años posiblemente la salvó la vida. "Hay una frase en el Corán que dice que quien salva una vida, salva a la Humanidad entera", prosigue, "y tras media hora de golpes, cuando me empecé a marear y me estaba ahogando, oí una voz que gritaba sinvergüenzas, criminales". No fue el único testigo de la brutal agresión, pero sí la única persona que se atrevió a intervenir. Zoraya y sus familiares le están "eternamente agradecidos", pero ahora que las señales físicas van poco a poco desapareciendo y están a la espera de juicio, siguen buscándolo para que testifique y cuente lo que vio ese 24 de noviembre a las dos de la tarde.
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AMENAZAS DESDE MARZO

"Me decían lo típico ’mora de mierda, vete al desierto’ y cosas así y yo pensaba que es una ironía porque da la casualidad de que estoy en mi tierra y soy española". Es una de las tantas incongruencias que ha tenido que oír esta ciudadana canaria que a los 16 años se convirtió al islam y decidió ponerse un hiyab que cubre su cabello, un símbolo de su religiosidad y para ella "un complemento más, por eso me parece injusto que me hayan dado una paliza por llevarlo". De este primer insulto a la tremenda agresión que sufrió el pasado mes en mitad de la calle, a plena luz del día y en presencia de su hijo de cuatro años han pasado varios meses. Desde la primera amenaza, ocurrida en marzo, a Zoraya le han ido quitando derechos ciudadanos y libertades individuales, aunque al principio "prefería no ponerle asunto e intentaba evitar problemas". El derecho a lucir con orgullo su velo o la libertad de salir a su balcón vestida con el isdal (ropa egipcia para rezar) pareció ofender a una adolescente que, sola o en compañía, lleva nueve meses persiguiéndola en una escalada de violencia racista y xenófoba. Hace pocas semanas, la menor, además de su madre, su abuela y otra mujer -según el testimonio de Zoraya- la rodearon en la calle de Princesa Guajara de Santa Cruz, amarraron una especie de cinturón a su cuello y comenzaron a pegarle. "No veía mujeres, veía demonios y sólo recuerdo que me daban patadas, codazos en la cabeza, me hirieron con una llave en la cara y me arrancaron dos trenzas de cuajo", rememora Zoraya.
El resultado duele tan sólo de verlo en unas fotos que prefiere que no se publiquen para preservar su intimidad. En cualquier caso, el parte médico oficial habla de "contusiones múltiples en todo el cuerpo, pérdida parcial de visión del ojo derecho, sangrado por el oído derecho, desviación de tabique nasal con fisura, hematomas en rodillas, glúteos y frente, pérdida de cabello, entre otras lesiones". La pérdida de piel en todo el cuello tardará en sanar al igual que los mechones de pelo que le arrancaron, aunque lo peor serán, sin duda, las secuelas psicológicas. Entre ellas, una mezcla de impotencia y terror a partes iguales por ser humillada delante de su hijo. "En todo el tiempo no pensé lo que me podía pasar a mí, sino a mi hijo, que se quedó solo", comenta entre lágrimas.
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ATAQUES E IDEAS RACISTAS

Ahora considera que la intención de sus agresoras era conseguir tirarla al suelo "para patearme la cabeza". Afortunadamente, recuerda mirando al cielo, no cayó. Con frases como ’antes mi isla era muy limpia pero ahora está llena de moros y negros’, ’ya verás como ahora te vas de Tenerife, cabrona’ y ’conocemos a tu niño y sabemos dónde estudia y dónde vive’ las tres mujeres dejaron de pegarle. "Ni siquiera pude ver por dónde se iban porque lo único que quería era proteger a mi hijo", se lamenta Zoraya. En cualquier caso no hubo detenidos, ya que fue ella misma la que tuvo que llamar a la Policía. Nadie lo hizo durante la agresión. Quizás por ello, por ser atacada física y moralmente, a la cabeza de Zoraya acuden ahora todos los desprecios, ofensas y malas miradas sufridas desde hace tiempo. "No puedo salir a comer fuera con mi marido porque me ven la cara hinchada y piensan que es él quien me ha pegado", cuenta. La primera vez que acudió al forense, tras una primera agresión en el mes de mayo, éste, según sus palabras, le dijo que "tenía que ser comprensiva porque había muchos inmigrantes en la Isla y la gente estaba crispada". Zoraya insiste con una sonrisa triste en que ella es "española" y se sorprende de la ignorancia "tan grande" de los que se meten con ella.
Incluso ella y gente de su entorno intentaron hablar con la menor y su madre en varias ocasiones para intentar frenar los ataques. El único vínculo entre Zoraya y esta adolescente es que va al colegio de su hijo. Del resto no se conocen de nada. "Me cuesta entender tanto ensañamiento cuando no me conocen, no saben quién soy y no les he hecho nada", manifiesta la joven. Al grito de ’yo soy canaria y tú no, mándate a mudar de aquí’, Zoraya se dio cuenta de que la comunicación era imposible y de que "siempre ha habido actos racistas, pero últimamente cada vez es peor".
"Lo que me ha pasado a mí, le ha sucedido a más gente, pero no lo cuentan porque ellos son realmente inmigrantes y no conocen sus derechos, la mayoría de veces se callan por miedo", estima Zoraya, que subraya que en la base de todos las agresiones racistas está la "ignorancia, la incultura y los prejuicios". "Yo soy de aquí, he nacido en Canarias y tengo a mi familia en Tenerife, pero me han hecho de todo y ya no puedo callarme más", afirma. Espera justicia aunque su mayor preocupación es lo que recordará su pequeño de las dos agresiones que ha presenciado. El niño, de momento, sólo da besos a su madre "para que se le pase todo".

1 comentario:

  1. As-Salamu 'Alaikum wa Rahmatullahi wa Barakatuh!

    Ha sido una muy grata sorpresa encontrarme con esta página, aparte de una crítica constructiva es una gran labor de expansión del conocimiento islámico así como de la realidad actual que la mayoría de personas ignoramos, quizá por estar adormilados por la caja tonta...jajaja.

    Bueno, sin menospreciar la importancia que tiene este artículo y dejándo claro mi repugnancia por cualquier tipo de violencia hacia cualquier otro ser vivo, especialmente por razones tan ilógicas, me atrevo a transmitíros una realidad (que conozco por vivir justo en el mismo lugar y pertenecer a la misma comunidad de la persona agredída) la razón de tan criticable agresión NUNCA tuvo como base ser musulmana o usar el hiyab, son otras y de carácter un poco más sórdido; Están relacionadas a la actividad que ejercía y ejerce,ya no en esta isla pues se han marchado del país (sólo viene de vez en cuando a controlar sus negocios) por recomendación oficial,su esposo de nacionalidad argelina. Jactarse de los bienes que se atesoran en este mundo ante los demás a veces tiene malas consecuencias, no crees? Por cierto esta chica es española de padre marroquí desgraciadamente no practicante, Allah le haya acogído y madre brasileña practicante de cristianísmo sincretizado con religiones de su país, ambos excelentes y respetadas personas que han sufrído muchos reveses en la vida y muchos sufrimientos con esta hija y su forma de comportarse en la vida y con ellos y a la que intentaron darle la mejor educacion que han podído ya que estudió en un colegio de monjas, pero, Alhamdulillah volvió al Islam e Insh'Allah modifique sus viejos hábitos de comportamiento; En suma, esto ha sido un ajuste de cuentas en toda regla y es vox populi, cosa que me parece mal obviamente pero la verdad me parece peor tratar de rentabilizar este lamentable hecho como bandera de una dura realidad que sí vivímos muchas mujeres musulmanas cada día en nuestros trabajos y relaciones personales: Hay muchas formas de agresión y mooving que sufrímos pacientemente muchas de nosotras por Allah, Alhamdulillah!

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